Y ahora una curiosidad. Un texto de monólogo. No, no me refiero a esas recopilaciones que hacen en forma de libros, que ya están estudiadas y repasaditas, sino a un texto borrador, tal cual se me fue ocurriendo en su día, libre de correcciones, cambios y perfeccionamientos varios. Me parece una curiosidad que a mas de uno de los que me dicen "yo no podría hacer eso" (refiréndose a los monólogos, malpensados) o "¿te lo escribes todo tú?" y demás preguntas tipicas, les interesará ver. Esto está copiado y pegado tal cual del texto original sin ninguna de las modificaciones hechas a posteriori. Mirad cómo hay parte del monólogo que no aparece cuando luego lo actúo, y cómo oras son añadidas después, chistes modificados, etc. Entrada dedicada a los curiosos. Vamos con el corta pega:
LAS MEDALLITAS
Muy buenas noches. (breve pausa)... la gente que nos rodea, es gilipollas. Muy gilipollas. Muy pero que muy gilipollas. Más que las zapatillas de andar por casa que siempre se meten debajo de la cama mientras duermes las muy hijas de puta. Más que un amigo mío que para ligarse a una chavala va y le dice “eres más bonita que la luna que ves...” y la tía tenía astigmatismo y encima era noche cerrada.
Bien, tras esta interesante reflexión vital, tengo que tratar ya más en serio un tema que alguna vez he tocado de pasada en otros monólogos pero que merece uno para él sólo. ¿Qué obsesión tiene la gente por colgarse medallitas? Desde la neutralidad que da vivir esto cuando todavía eres un moco, yo recuerdo cuando tenía unos diez años menos, en época noventera con una España, aún escalando económicamente como aquel que dice, y se usaba aún la lógica. Es decir, vacilaba quien vivía mejor , no sé, del palo de “pues yo entro de a 3, los sábados medio día y me levanto mi sueldecito gracioso” y llegaba otro y decía “bueh, yo trabajo de 10 a 4 y me llevo el doble de tu sueldo con el fin de semana entero”. Vale, que el segundo sería un hijo de puta esnob, pero tenía hasta su lógica. Hoy en día, no sé si será la mierda de lógica de Rajoy, personaje carismático con quien la gente se identifica, que dice eso de “devolvernos la dignidad y el trabajoh duroh”, porque a pesar de que no sé qué coño tiene que ver una cosa con la otra, la gente lo asume y se cuelga medallitas por cualquier gilipollez... no, qué coño, se las ponen a ver quien dice la mayor burrada, joder, es que ahora es el mundo al revés, que te llega uno diciendo todo orgulloso “pues yo trabajo 8 horas diarias poniendo ladrillos, echando hasta las higadillas, y por tanto vosotros no valéis para nada, putos vagos universitarios”... y lo peor es que SIEMPRE llega otro gilipollas que la tiene más gorda aún (la estupidez), y dice “eso no es nada, ¿qué sabrás lo que es pasarlo mal? yo todos los días me levanto a las 6 para ir al trabajo, y voy EN AUTOBÚS JODER, EN AUTOBÚS”... es que es demencial, en serio, entonces, el que sea panadero debe ser el puto amo de su peña del barrio ¿no?. Me los imagino que estarían ahí todos midiéndosela, (la estupidez, recalco), uno en plan “pues yo trabajo dando de comer verduras a dogos de presa”, otro “pues yo trabajo de vigilante nocturno en un sex shop, que no veas la de intentos de vibradore-arme ha habido” y en ese momento aparece ÉL... ese otro, que llega con su bata sudada de estar al lado de su horno a no-se-cuántos grados y dice “yo os doy lo que os gusta a todos vosotros, y EMPIEZO A TRABAJAR A LAS 5”... Se quedan todos “Ohhh, es él... EL PANADERO... ¡ALABADO SEA!”
Joder, es que antes quizá no se llegaba a tanto, pero hoy día estamos en unos extremos que simplemente paseando puedes ver cosas como una madre en el parque, toda feliz en plan “miraaa, mi niñaaa, que ya sabe usar el andador, ay su taca-tacaaa”, y al abuelo al lado “puesh vaya cosha, yo también she usarlo... gñé”, o un pobre repartidor todo sudado a punto de echar la papilla “que mamón el jefe.. 12 pizzas he tenido que repartir sin descansar” y llega su compañero y con una mano en el hombro le dice “totalmente... pero yo... mnhgggjjfffjj... yo llevo desde las SIETE DE LA MAÑANA repartiendo pizzas con la apendicitis que llevo... arrepiéntete, yo si que... urghjjkk le sirvo a la... sociedad... ah mira, ya viene la UVI a por mí... gñfjj”. * se despide con un corte de mangas mientras va en la camilla *.
Y es que las medallitas del carajo continúan hasta en casa. Ya de normal sueles ir con los huevos inflados por los comentarios en la mesa, pero como encima venga alguna visita, o bien seas tú el que vaya a comer a casa de otro... buffff... basta que seas el invitado, para que cualquier tocahuevos de la familia, normalmente tu padre o algún otro adulto de jurisdicción similar... y sí, sé que ya tengo los huevos negros pero ya me entendéis... pues dicho adulto te acribilla a preguntas, como por ejemplo pues... yo estudiaba filología inglesa y lo dejé porque no me gustaba... (hacer algo), y siempre empezaban “oye, sabrás cómo se dice esto ¿no? Si no vaya mierda de filólogo”... es como si yo ahora le digo “oye, sabrás arreglarme aquel enchufe ahora mismo fuera de tu tiempo de trabajo ¿no? Si no, vaya puta mierda de electricista”. Pero claro, empiezan “¿cómo se dice tren en inglés?”, “¿cómo se dice bar en inglés?”, “¿y cómo se dice esternocleidomastoideo?”, pues mira, se traduce por “me cago en tus muertos más profundos, pisoteados a caballo 24 pares de veces”.
Esto puede entenderse mejor, si analizamos las típicas frases de padre. Sí, señoras y señores, me refiero a esas mentiras y/o exageraciones que te dicen tus padres para “animarte”, en otras palabras, para preservar su superioridad haciéndote sentir como una mierda. Pongamos unos cuantos ejemplos de estas frases de padres:
“Yo a tu edad... andaba 10 kilómetros para ir a la escuela... “tos” los días”. Vamos a ver, que me diga eso mi abuelo todavía pase, pero tú ¿dónde coño vivías? creo que una frase así sólo me la creería viniendo del hijo del Dalai Lama o algo así porque tiene cojones... porque si vivías muy lejos imagino que te irías en coche o algo así, no me imagino a mi padre, que debería tener la edad del Carlitos de cuéntame por esa época, andando como te lo imaginas según intentan al ir contándotelo, entre prados verdes llenos de barrizales húmedos, con un frío que cala hasta los huesos, con las suelas y las perneras llenas de barro, los pobres sudando sin una mala rebeca que llevarse a la espalda, con un mochilón de siete kilos... “uuuf afffgggjjj... no puede ser... no, nnooo puedouhh desfallecer... ghafj... ahora... agh... apenas me queda una gota de agua en esa cantimplora de mierda lavada con anís del mono... ghaaa, pero debo AAA- PREEEN-DEEEER, se lo debo a mi PAÍIIIS, GÑÑRRFJJJJ... aaaahhhh... un ess-fuer-zo massss... aaahh, las escaleras del cole... ha... “, jadea y jadea pero a pesar de las penalidades sufridas sonríe triunfal porque una vez más... ha podido llegar a clase. Putamente épico si señor. Ni el viaje de Frodo Bolsón, ese tío era una maricona al lado de nuestros padres joder.
Otra frase suele ser “yo a tu edad cargaba todo mi peso en sacos 3 veces al día”, añadiendo al final un ¡vago! ¡gandul! O similar. Vamos a ver... ¿sacos de qué? Me trago que me diga que sean de frutas, ladrillos o algo así pesadete por el estilo, si esto te lo dicen con treinta y cinco años, que se da el caso, pero cuando te lo dicen con diez, que también... yo creo que más que vago ahí lo que te están llamando es inútil, despojo, parásito, accidente... pero todo eso desde el cariño ¿eh? Nunca con la maldad por delante.
Además, como diría un famoso filósofo, Ortega y Gasset... que es UN tío, no “Ortega y su amigo Gasset”, es que cada quien es uno mismo y sus circunstancias. Joder, si nos ponemos a contar quién lo pasa peor... ¿Pasarlo mal? ¡Vosotros no sabéis lo que es pasarlo mal! Sí, sí... cuando tengáis problemas para encontrar calzoncillos de vuestra talla venís y me avisáis. (breve pausa ) . No me miréis así, que LLEVO calzoncillos ¿eh?
Además, es que esto de colgarse medallitas es algo prorrogativo. Sí, de prórroga digo. Y es cuando tu familia intenta colgarse medallitas a través de ti. Que estudies, que estudies... qué pesaos... si total, “estudia lo que te guste que trabajarás de lo que puedas” dicen muchos sabios del McDonalds... que hombre, entiendo que estudiar, el tener una mínima formación, previene en parte la gilipollez que mencioné antes, pero tampoco hay que pasarse, porque si no, me estaría poniendo medallitas, y siendo un clasista como esa gente que critico... (breve pausa) total, he visto gente que cree que una almorrana es una rana con una almohada, y yo les dejo venir a mis monólogos igual.
La gracia de todo esto es que cuando el ansia de medallitas es muy grande, la cosa degrada a lo bestia, y puedes hacer que se anulen dos polos entre sí. Probad éste experimento... pones a tu amigo el fantasma, el más Casper que tengas, y a tu padre, en la misma mesa a charlar juntos, para comprobar cuál tiene más nivel de testosterona en sangre, o de falsedad al hablar, que para el caso... en serio, y se puede hacer, por mucho que lo diga para cachondearme, no pueden denunciarte por burla y escarnio, es legal, probadlo, incluso los que ya pasáis de la trientena, el resultado será prácticamente el mismo, es el experimento para joder medallitas perfecto. Sentadlos frente a frente pero sin que se note, así como quien no quiere la cosa, y comenzad a hablar de cosas triviales, cotidianas, de las que todo el mundo habla ... de sitios a donde habéis ido hoy, de lo borde que era el tío del peaje, de la vida sexual del ñú en invierno... cosas normales. Observad como sin relación, o más bien con un hilaje finísimo casi imperceptible para nosotros, pobres mortales, la conversación deriva a lo mal que está todo, de ahí a la poca gente responsable que queda, y de ahí, a colgarse medallitas a ver quién humilla más al otro.
Al principio empezarán contando anécdotas más o menos creíbles, cosas como “pues yo una vez arreglé una bici sin tener mucha idea” o “conseguí montar un lego sin mirar manuales”, luego la cosa empieza a irse cada vez más arriba, tu padre con las frasecitas como la mencionada “a tu edad andaba catorce kilómetros para ir a la escuela” o “ yo arreglo mi coche mejor que los mejores mecánicos” y tu amigo con cosas como “yo estuve de farra tres noches seguidas, follé cuatro veces por noche, y con cuatro horas de sueño me repuse” o esa de “yo logré montar un mueble del Ikea sin mirar los planos” que tu dices “hostia, es que ni mirándolos venga ya”, y venga fanfarronear a ver quien la tiene más gorda, tu padre que si “yo me hago 5 kilómetros en minuto y medio”, tu amigo que si “yo fui campeón nacional de petanca bajo agua con 7 años”... PUES YO UNA VEZ ME FOLLÉ POR EL CULO A UN COMANDANTE Y LO DEGRADARON A RECLUTA. Es la contra-indicación del experimento, que hay que tener paciencia y no cabrearse.
En fin, hoy en día estamos en la sociedad de las medallitas. Mucho golpearse el pecho y mucho cacarear pero luego... mirad, realmente no puedo daros ninguna solución, desgraciadamente soy un simple individuo como tantos otros, así que me toca sobrellevarlo como pueda. De hecho, creo que lo ideal es meterse en esa mentalidad. ¿Cuántas veces no hemos pensado eso de “cómo molaría hacer esto” estando con los amiguetes? Todos tenemos esa vena macarra, bruta, de hacer cosas totalmente prohibidos... todo le mundo lo pensamos pero luego no lo hacemos... seguro que sabéis de qué hablo, cosas como “cómo molaría ponernos a comer un bocata al lado de ese cartel que dice prohibido comer en la sala ¿eh?”... si alguno ha encontrado esto gracioso es que es buena persona. No, en serio, hablo de cosas más gordas, por ejemplo el otro día estuve de papeleos, y las entidades bancarias se protegen mucho contra este tipo de pensamientos... no vaya a ser que llegue alguien más cabrón que ellos... que mira que es difícil.
Total que entré en el banco y ves los típicos carteles de “por favor, espere su turno tras la raya”, “éste establecimiento está videovigilado las 24 horas del día”, “les recordamos que los empleados no están obligados a aceptar más de 49 monedas sueltas” y el mejor “para poder ofrecerles un mejor servicio les comunicamos que los pagos y devoluciones sólo se efectuarán entre las 6 y las 8 de la mañana de cada sábado, perdonen las molestias”... perdóname a mí por cagarme en tu puta madre no te jode. Entonces es cuando piensas en vengarte, y tu atención se centra en uno de esos carteles...
Total que llego a ventanilla y me tiene que tocar el calvo resentido por antonomasia. Todos sabéis de qué tipo de persona estoy hablando... es el colmo de las medallitas... su vida es tan interesante, está tan por encima de nosotros, que puede pegarse toda la mañana jugando al buscaminas en su pc de funcionario, o sea, tan leeento como él, y aún mostrará gesto de desidia y mala leche porque la humanidad le asquea... total que llegas tú con tu buena fé y la cosa va tal que así:
-Buenos días, mire, yo venía a pagar unas tasas...
-Tch tch... a ver, ¿cuánto es?
-Pues lo pone en el papel mire...10´98 y...
-Pues hala venga... y cuidadito que no tengo cambio
-Mire, es que no llevo más suelto, haga una excepción y...
-Vuelva usted mañana...
-Oiga, por un quítame allá esas monedas no me va a hacer irme con las manos vacías y tragarme de nuevo la cola ¿no?
-He dicho que no tengo cambio, aire.
-Muy bien... muy bien... tú lo has querido...
Ahí es cuando hay que actuar acorde a lo que todos pensamos del “cómo molaría” en esos momentos. Y yo actué. Miré a mi alrededor para preparar un contra-ataque, y mi mirada se fijó en la concreta cifra de no aceptar tantas monedas en efectivo, así que volví al día siguiente y... 10 euros con 98 céntimos... eso son cuarenta y nueva monedas de dos céntimos exactas, PUES HALA , HAZ TU TRABAJO MAMÓN. ¡¡RAS!! Un saco de monedas en el puto mostrador, y si tienes cojones dime algo que aún le pongo queja a tus superiores. “oiga que son muchas”, pues te jodes, siguen siendo 49 estás obligado por ley.
No me quiero despedir sin antes proponer un neologismo para denunciar este tipo de comportamientos ruines que atentan a la autoestima colectiva... por favor, dejad de normalizar lo que no lo es, que cuanto más te agachan más te revientan el ojete, no digáis “me explotan cual esclavo romano pero estoy agradecido por tener trabajo ya que hay 30 más detrás mía esperando dejarse encular igual”, y si el trabajo es realmente una putísima mierda, denunciad, no dejéis que esto vaya a más, que no hace falta, repito, no hace falta ver quién sufre más, sino de trabajar para vivir y no al revés. De hecho, creo que he encontrado a una persona que ha sido capaz de lograr la utopía a nivel personal, despojándose de medallitas. Su nombre es Matías Pajas Putero (¿qué pasa? Hay quien se llama Pepe Gallo y no nos reímos de él). Trabaja como recolector de colillas en la playa de Sevilla, su afición es matar moscas a cañonazos y es en definitiva una persona rica de valores, hecha y derecha que no necesita compararse con nadie, porque él es más maduro que nadie, habiéndose sobrepuesto al trauma que supone que pececito de colores muriese ahogado en su pecera cuando tenía dos meses de vida.
Como ejemplo, os explicaré un último sinónimo... CARACOL.
¿Aún no? Para el que no lo pille, llamad caracol a alguien y le estaréis diciendo a la vez baboso, cornudo y arrastrado, con lo cual, en una sociedad como la de hoy, alguna de las tres aciertas seguro. Poneos medallas ahora victimistas de los cojones.
En fin, que hay que ser menos chulo, que nadie te va a dar un pin por decir barbaridades hombre... ¡muchas gracias!
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